Por lo tanto, para dejarlo hay que pasar un duelo y trabajar la dependencia, la ansiedad de consumo (el craving) y la ambivalencia: “quiero pero lo echo de menos y pienso mucho en ello”. Y si decimos que es una adicción lo enfocaremos como tal. ¿Qué nos dice la evidencia científica? Pues que se necesita un enfoque farmacológico y, sobre todo, psicoterapéutico y continuado en el tiempo. No olvidemos que estamos ante una enfermedad crónica que puede generar recaídas y es la patología que causa más mortalidad y enfermedad asociada. Dejar de fumar mejora la salud, reduce de manera significativa el riesgo de enfermedad y mortalidad y, en consecuencia, incrementa la calidad de vida.
La enfermedad que causa más mortalidad
Dejar de fumar no es fácil. ¿Cómo lo podemos hacer? Estamos diciendo que la cesación tabáquica no es sencilla, pero sí es posible y se consigue. De hecho, millones de personas en el mundo lo han dejado y lo están dejando en este mismo momento.
Dejar de fumar es posible
En estos momentos la oferta farmacológica para ayudar a dejar de fumar es óptima: es amplia y diversa, actúa por diferentes mecanismos y, por tanto, puede adaptarse y personalizarse en función del perfil y las características de la persona que fuma.
La terapia sustitutiva con nicotina en forma de parches, chicles, comprimidos o espray fue el primer tratamiento farmacológico que salió al mercado. Después apareció el Bupropion y ahora se han añadido nuevamente la Vareniclina y la Citisiniclina.
¿Y qué significa el abordaje psicoterapéutico? Pues visitas individuales con un profesional formado en el tema y/o terapias grupales que aporten psicoeducación, información, intercambio entre fumadores y asesoramiento profesional basado en el enfoque motivacional.
La mayor eficacia se obtiene combinando un abordaje farmacológico con un abordaje psicoterapéutico. Para dejar de fumar hace falta una actitud activa y decidida de querer hacerlo. A partir de aquí se busca y se encuentra la estrategia personalizada más adecuada en cada caso.