La representación étnica en los ensayos clínicos aleatorizados es clave para garantizar que los resultados de los tratamientos farmacológicos para los trastornos mentales sean aplicables a toda la población. Esta representación es fundamental para asegurar que podamos confiar en los resultados de los estudios y, por tanto, en la eficacia de los distintos tratamientos. Ahora, un estudio publicado en la revista JAMA Psychiatry revela que menos de la mitad de los ensayos en salud mental incluyen información sobre la etnia de los participantes. Se trata del primer trabajo que analiza de forma sistemática este aspecto. Uno de los autores principales es Joaquim Raduà, jefe del grupo Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad (IMARD) en el IDIBAPS.
El estudio consistió en una revisión y metaanálisis de 1.683 ensayos clínicos publicados entre 1958 y 2023, con datos de más de 375.000 participantes. Los resultados muestran que solo un 39,2 % de los ensayos clínicos informan sobre la etnia de los individuos incluidos. Asimismo, este porcentaje varía significativamente según la región geográfica: mientras que en Estados Unidos el 58,7 % de los estudios reportan esta información, en Asia y Oriente Medio el porcentaje desciende hasta el 12,4 %, y en América Central y del Sur, apenas alcanza el 8,7 %.
“Estas diferencias podrían deberse, en parte, al hecho de que las culturas étnicamente más homogéneas tienden a prestar menos atención a la recogida de datos sobre la etnia. Pero en el mundo actual suele haber más diversidad que en el pasado. Sería recomendable disponer de guías internacionales que faciliten la recogida y descripción respetuosa de la etnia de los participantes en los estudios”, destaca Raduà.
Los autores también compararon la representación étnica en los ensayos clínicos realizados en Estados Unidos con los datos del censo de ese país. Se observó que, según las edades de los participantes, algunas etnias han pasado de estar infrarepresentadas a sobrerrepresentadas, mientras que otras continúan infrarepresentadas.
Para Joaquim Raduà, la falta de información y representación étnica no solo es una cuestión de transparencia, sino que puede tener un impacto real sobre la calidad de la evidencia científica sobre la eficacia de los tratamientos y, por lo tanto, sobre la práctica clínica. Y añade: “Me gustaría destacar que es importante analizar los datos separándolos según las edades de los participantes y los años de los estudios, ya que si lo mezclamos todo podríamos sacar conclusiones erróneas”.