Esta disminución en la mortalidad se ha debido a un mejor conocimiento de la enfermedad, mejores condiciones médicas generales (mayor salubridad ambiental, nuevos medicamentos para la hipertensión, las infecciones, la osteoporosis o las úlceras digestivas, desarrollo de terapias intensivas…), así como a la introducción de medicamentos inmunosupresores e inmunomoduladores.
Mejorar la calidad de vida de los pacientes con lupus eritematoso sistémico
El reto para los próximos años consiste en mejorar la calidad de vida de los pacientes con LES (la cual se ve limitada en muchos casos también por los efectos secundarios de estos tratamientos) y reducir aún más la mortalidad, dado que la actual sigue siendo de 3 a 4 veces superior a la esperable en una población de similar edad y género. Para ello, a las medidas anteriormente descritas se suma la introducción de nuevos tratamientos llamados genéricamente “biológicos”, dirigidos contra moléculas del sistema inmunitario más específicas y que presentan menos efectos secundarios, así como las terapias llamadas “CAR-T”, que permiten vislumbrar la esperanza de una curación de la enfermedad.
Terapias biológicas: anifrolumab y belimumab
Los linfocitos B son cruciales en el desarrollo de las enfermedades autoinmunes. La regulación de su funcionamiento mediante fármacos dirigidos contra ellos ha demostrado ser eficaz para el control de estas enfermedades. El primer tratamiento biológico aprobado para el LES fue precisamente el belimumab, un medicamento dirigido contra una molécula que regula el funcionamiento de los linfocitos B.
Otra molécula que también juega un papel clave en el desarrollo del LES es el interferón alfa. El segundo tratamiento biológico aprobado para el LES ha sido el anifrolumab, que bloquea el receptor del interferón alfa y produce una mejoría en esta enfermedad.
Actualmente, se encuentran en fase de investigación varias docenas de moléculas que actúan sobre otros componentes del sistema inmunitario.
¿Terapias CAR-T en el Lupus Eritematoso Sistémico?
El nombre de estos tratamientos proviene del acrónimo en inglés Chimeric Antigen Receptor T-Cell, o terapia de linfocitos T con receptores quiméricos frente a antígenos. Consiste en la extracción de linfocitos T del paciente, su modificación genética y la infusión de estos linfocitos T modificados nuevamente en el paciente. De este modo, el paciente se convierte en su propio donante. La primera y principal aplicación de este tratamiento es en el campo del cáncer.
La evidencia de la eficacia y seguridad de esta terapia en el LES proviene de una publicación reciente en la que se describía la evolución de los primeros ocho pacientes tratados. A los 6 meses, los ocho pacientes cumplían los criterios de remisión de la enfermedad. El seguimiento a largo plazo de hasta 29 meses mostró que la actividad de la enfermedad permanecía ausente en los ocho pacientes. Cabe destacar que se pudieron suspender todos los demás tratamientos que recibían estos pacientes.
Aunque los resultados son espectaculares, hay que tener en cuenta que el número de pacientes tratados es escaso y el tiempo de seguimiento, corto. Se necesita más experiencia para confirmar estos datos y, sobre todo, para definir el tipo de paciente que se puede beneficiar de este tratamiento, considerando también su elevado coste y la complejidad de su aplicación.
Otros tratamientos en investigación
Afortunadamente, en la actualidad se están investigando muchos otros medicamentos que actúan sobre diversos elementos de la respuesta inmune, como las células dendríticas, diversas citoquinas, vías intracelulares, etc. Cabe destacar que un medicamento de este tipo, la voclosporina, ha sido recientemente aprobado para la nefritis lúpica.
Es razonable concluir que estamos asistiendo a una era altamente esperanzadora para mejorar el tratamiento de los pacientes con LES, en la que esperamos poder alcanzar no solo el control de la enfermedad sino también su curación.