La actividad física moderada mejora la función cognitiva y potencia la reestructuración de las sinapsis neuronales, necesaria para el aprendizaje y la memoria. Asimismo, también induce cambios en el volumen del cerebro y la conectividad de los circuitos nerviosos. Sin embargo, algunas evidencias sugieren que la práctica de ejercicio extenuante a largo plazo no se asocia con estos beneficios. “Recientemente, hemos demostrado que la actividad física intensa favorece las lesiones vasculares. En concreto, daña las arterias aórtica y carótida, dilatándolas e incrementando su rigidez”, comenta Eduard Guasch, cardiólogo del Hospital Clínic de Barcelona y jefe del grupo IDIBAPS Arritmias y actividad física. “Pero, ¿cómo influye el ejercicio extenuante en la salud cerebral?”.
Para responder a esta pregunta, Guasch y su equipo estudiaron el efecto de distintos tipos de actividad física en un modelo animal. Durante dieciséis semanas, período de tiempo que corresponde a unos diez años humanos, el primer grupo de ratas macho se ejercitó a un ritmo moderado, similar al estilo de vida activo, en una cinta de correr adaptada para roedores. El segundo llevó a cabo un entrenamiento de muy alta intensidad, equivalente al que realizan las personas que corren maratones o practican deportes extremos. Finalmente, el tercer grupo, el sedentario, permaneció en la jaula.
“Los datos, publicados en la revista Annals of the Academy of Sciences de New York, muestran que la actividad física moderada mejora la capacidad de aprendizaje y la motivación en comparación con el sedentarismo. Sin embargo, este efecto no se observa en el grupo de ejercicio extenuante, cuyos resultados son similares al sedentario”, explica Guasch. “Por resonancia magnética también hemos visto que el entrenamiento moderado induce cambios en la estructura y función del cerebro. En concreto, potencia las conexiones entre las distintas regiones. Además, incrementa el flujo sanguíneo cerebral. Estos efectos no aparecían después del ejercicio de elevada intensidad. Todo ello podría justificar las diferencias cognitivas observadas entre los grupos de animales”.
El equipo de investigadores también descubrió que el ejercicio extenuante altera la función mitocondrial. “Las mitocondrias se encargan de generar la energía necesaria para el correcto funcionamiento de todos los procesos celulares. A menudo se les compara con una central energética y su disfunción se relaciona con el estrés oxidativo y la degeneración de neuronas. Nuestros datos sugieren que la actividad física de alta intensidad podría provocar un estrés oxidativo transitorio perjudicial para el tejido cerebral, pero es necesario comprobar esta hipótesis. Lo que sí permite concluir nuestro estudio es que el ejercicio moderado es el que mejor optimiza los beneficios cognitivos asociados a la práctica de actividad física”, finaliza Guasch.
También han contribuido al trabajo, investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona, del Centro de Investigación Biomédica en Red – Cardiovascular (CIBERCV) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México.
Artículo de referencia
Sangüesa G, Batlle M, Muñoz-Moreno E, Soria G, Alcarraz A, Rubies C, Sitjà-Roqueta L, Solana E, Martínez-Heras E, Meza-Ramos A, Amaro S, Llufriu S, Mont L, Guasch E. Intense long-term training impairs brain health compared with moderate exercise: Experimental evidence and mechanisms. Ann N Y Acad Sci. 2022 Oct 18. doi: 10.1111/nyas.14912.