Menos crema, más vitamina D
Los resultados del estudio fueron claros. Los niveles de vitamina D, medidos a través de la concentración sanguínea de 25-hidroxivitamina D, aumentaban a medida que disminuía la cantidad de crema solar aplicada.
Sólo el grupo que no utilizó ninguna protección experimentó un incremento significativo en los niveles de vitamina D. En cambio, en el grupo al que se aplicó la cantidad máxima (2 mg/cm²), el aumento no fue estadísticamente relevante.
¿Se puede extrapolar a la vida real?
Los autores del estudio proponen una reflexión importante. Si se hiciera un uso riguroso de la crema solar, aplicándola generosamente y reaplicándola cada dos horas, especialmente con filtros de SPF alto, la producción de vitamina D podría verse comprometida.
No obstante, las condiciones de fotoprotección, en la vida real, no son tan controladas como las de los estudios. La mayoría de personas no aplican la cantidad recomendada de crema solar, a menudo la distribuyen de manera irregular y sólo en ciertas zonas del cuerpo. Esto permite que una parte de los rayos UVB llegue a la piel y mantenga la producción suficiente de vitamina D.
Por lo tanto, el uso habitual de crema solar no comprometería la producción de Vitamina D en condiciones normales. De hecho, otros estudios observacionales en condiciones de vida cotidiana no han encontrado una reducción significativa de la vitamina D entre los usuarios habituales de protección solar.
Un debate abierto en salud pública
El debate sobre el equilibrio entre la fotoprotección y los niveles óptimos de vitamina D sigue siendo un tema importante en salud pública. Los profesionales sanitarios promueven los hábitos saludables de fotoprotección, que incluyen el uso de cremas solares para proteger la piel de los efectos nocivos del sol cuando el índice UV es superior a 3, para prevenir el cáncer de piel y el fotoenvejecimiento.
Para asegurar la producción de vitamina D, se recomienda la actividad al aire libre sin fotoprotectores cuando el índice de radiación UV es inferior a 3, especialmente durante los meses de invierno, cuando la población suele presentar niveles deficientes de vitamina D. Durante el verano, exposiciones cortas al sol (de 10 a 20 minutos) en pequeñas zonas del cuerpo como los antebrazos y la cara, evitando las horas centrales del día, son suficientes para sintetizar la vitamina D necesaria.
Además, la vitamina D a dosis elevadas es tóxica y el cuerpo deja de sintetizarla una vez se ha obtenido la dosis diaria.
Exposición segura y protección inteligente
Este estudio nos recuerda la importancia de protegernos del sol, al mismo tiempo que nos insta a mantener unos niveles óptimos de vitamina D. El equilibrio puede estar en evitar las quemaduras solares, pero permitir exposiciones diarias cortas, especialmente en los meses de menos sol.
La ciencia continúa ajustando las recomendaciones para ayudarnos a proteger la salud y mejorar la calidad de vida.
INFORMACIÓN DOCUMENTADA POR:
Dra. Susana Puig, directora de Investigación del Hospital Clínic Barcelona.