Aumentar la precisión es especialmente relevante en el ámbito de la patología psiquiátrica, donde las aproximaciones diagnósticas y terapéuticas tienen todavía un cierto nivel de subjetividad y variabilidad. Además, a menudo debe recurrirse a estrategias de ensayo-error, que pueden resultar frustrantes, tanto para los pacientes como para los profesionales.
La Psiquiatría de Precisión se inspira en la Medicina de Precisión y, aplicada en el ámbito de la salud mental, supone un cambio de paradigma. Esta vertiente de la psiquiatría aspira a identificar marcadores biológicos (pruebas genéticas, bioquímicas o de neuroimagen), que permitan validar los diagnósticos psiquiátricos. También sería útil para ajustar las indicaciones de ciertos tratamientos y prever mejor la respuesta y recuperación de los pacientes.
Aplicar estos métodos permite realizar una Psiquiatría más personalizada, pero ambos términos no son sinónimos. La personalización no necesariamente implica marcadores biológicos, sino que la mera participación del paciente en el proceso terapéutico, tan necesaria, ya forma parte del concepto.
Biomarcadores en Psiquiatría
Algunas personas piensan, erróneamente, que no hay ni puede haber biomarcadores en Psiquiatría, puesto que se trata de enfermedades del “espíritu” o “el alma”. En realidad, la Psiquiatría trata de enfermedades del cerebro que se expresan a través de las emociones, los pensamientos y la conducta, ya que éstas son algunas de las funciones del propio órgano.
La neurología se ocupa de las enfermedades del cerebro con lesiones más o menos específicas pero identificables. Por otra parte, la Psiquiatría se ocupa de las patologías que se derivan de disfunciones de los circuitos cerebrales y se manifiestan en el entorno social.
En este sentido, se han identificado muchos biomarcadores genéticos y otros de sufrimiento psíquico (como la angustia o la culpabilidad). Algunos ejemplos de biomarcadores incluyen las bajadas de neurotrofinas cerebrales como el “Brain Derived Neurotrophic Factor” (BDNF) o señales de inflamación que se expresan en pérdida de sustancia gris en ciertas localizaciones del cerebro, pero que por falta de especificidad, no se pueden utilizar, aún, para.
El progreso de la ciencia ayuda a identificar algunos biomarcadores que, combinados con la expresión clínica de la enfermedad, y utilizando modelos derivados de la inteligencia artificial, empiezan a permitir ya una aproximación mucho más científica y precisa al diagnóstico y tratamiento de algunas enfermedades mentales.
Esto nos permitirá mejorar la fiabilidad de las intervenciones médicas en el ámbito de la salud mental, especialmente por aquellas enfermedades más graves y que causan discapacidad. Multiplicar el progreso científico significa potenciar la calidad de vida de los pacientes y sus familias.