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¿Qué complicaciones pueden presentar los bebés prematuros?
Algunas de las complicaciones que presentan con mayor frecuencia los prematuros son:
Mal control de los niveles de glucosa en sangre. Debido a su inmadurez en los sistemas de regulación de la glucosa y a tener menos depósitos de glucagón y grasa, pueden presentar un descenso de los niveles de glucosa (hipoglucemia), lo que puede comportar riesgo neurológico. Sin embargo, también pueden tener dificultad para metabolizar la glucosa y tener niveles demasiado elevados (hiperglucemia), que también puede tener efectos indeseables.
Niveles bajos de glóbulos rojos (anemia), bien sea por falta de paso de sangre desde la madre a través del cordón umbilical, infección, extracciones sanguíneas repetidas, etc. Si la anemia es importante puede conllevar taquicardia, mala oxigenación y puede ser necesaria una transfusión de sangre.
Coloración amarilla de la piel (ictericia), debido a distintos motivos que conllevan ascenso de la bilirrubina: inmadurez hepática, hematocrito inicial elevado, reabsorción de hematomas, incompatibilidad de grupo sanguíneo entre la madre y el neonato, etc. En ocasiones, requiere tratamiento en forma de fototerapia y, excepcionalmente, otros tratamientos más complejos. La bilirrubina actúa como antioxidante beneficioso para el paciente, pero, si la cifra supera determinados valores, puede producir daño en el sistema nervioso central.
Infecciones. Una de las causas que puede poner en marcha el parto prematuro, sobre todo en los más pequeños, es la infección de las membranas que envuelven al feto o corioamnionitis y esta infección puede trasmitirse al feto. Además, los prematuros tienen más riesgo de infecciones: sepsis (infección generalizada), neumonía, meningitis, etc. debido a su inmadurez en los mecanismos de defensa y a que muchos de ellos nacen antes de la transferencia de inmunoglobulinas maternas a través de la placenta, sobre todo en el último trimestre de la gestación.
Insuficiencia respiratoria. Los pulmones son los órganos que expresan más inmadurez en el neonato prematuro. Para ayudar a su maduración, así como a la de otros órganos, cuando se prevé un nacimiento antes de las 34 semanas de gestación, siempre que es posible, se administran corticoides a la madre.
Si tras el nacimiento el recién nacido presenta dificultad respiratoria, debido a su inmadurez pulmonar (enfermedad de membrana hialina), precisará soporte respiratorio durante los primeros días mediante la administración de surfactante exógeno, un fármaco que contribuye a la maduración pulmonar. Estos pulmones inmaduros tienen más riesgo de complicaciones como escape aéreo (enfisema pulmonar o neumotórax), infección (neumonía) o maduración y crecimiento anómalo (displasia broncopulmonar, enfermedad pulmonar crónica).
Hemorragia cerebral o daño en la sustancia blanca cerebral (leucomalacia). Es la complicación más temible en el prematuro. Es más frecuente en prematuros muy inmaduros y en los que tienen patologías graves. Hay hemorragias o leucomalacias de diferentes grados, en distintas localizaciones y con diferentes extensiones que comportan pronósticos diferentes.
Persistencia del conducto arterioso. Es el conducto que comunica la arteria aorta con la pulmonar y debe cerrarse espontáneamente en las primeras horas o días de vida. En el caso de que esto no ocurra, puede comportar sobrecarga cardíaca o pulmonar (taquicardia y edema pulmonar).
Apneas. Pausas respiratorias, más o menos prolongadas, debidas generalmente a la inmadurez del sistema nervioso del prematuro. Habitualmente, se acompañan de disminución de la frecuencia cardíaca y/o de la saturación de oxígeno.
Inflamación intestinal grave (enterocolitis necrosante). Puede ser una de las complicaciones más graves del prematuro. Se debe a que no llega suficiente sangre a una zona más o menos extensa del intestino y se produce una lesión en la mucosa intestinal que puede ser extensa o llegar a la perforación.
Exploraciones frecuentes durante el ingreso:
Análisis de sangre para valorar signos de infección, anemia, niveles de glucosa, iones, bilirrubina y gases sanguíneos entre otros.
Cultivos de diferentes fluidos biológicos (sangre, orina, líquido cefalorraquídeo…) o secreciones cuando se sospecha que hay infección.
Radiografía de tórax y de abdomen.
Ecografías cardíaca, pulmonar, cerebral, abdominal, renal, de partes blandas, etc.
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Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 20 de febrero del 2018
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