Todos los fármacos tienen posibles efectos secundarios
Lo primero que conviene recordar es que ningún fármaco está libre de efectos secundarios. En los prospectos siempre se recogen aquellos observados durante la fase de investigación y después de su comercialización. Sin embargo, eso no significa que todas las personas que los toman vayan a presentarlos.
El papel del médico es valorar el equilibrio entre riesgos y beneficios para cada paciente en particular. Por ello, es fundamental que la prescripción de los tratamientos para la obesidad la realicen profesionales cualificados, tras una evaluación global del paciente .
¿Son realmente seguros?
En general, su perfil de seguridad es considerado razonable y esto explica gran parte de la popularidad que han alcanzado. Sin embargo, su seguridad debe ser valorada de forma personalizada en cada paciente.
Estos medicamentos actúan imitando a unas hormonas del intestino (GLP-1 o GIP) que se secretan después de las ingestas. Gracias a este mecanismo, no suelen producir interacciones farmacológicas complejas.
Efectos secundarios más habituales
Los más comunes son de tipo digestivo:
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Náuseas (en pocos casos llegan a vómitos).
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Reflujo o ardor.
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Estreñimiento o, en algunas personas, diarrea.
La buena noticia es que suelen ser dependientes de la dosis y tienden a mejorar con el tiempo.
¿Y qué pasa con la visión?
Existen dos situaciones distintas:
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En personas con diabetes mal controlada y retinopatía previa, una bajada brusca de glucosa puede empeorar la visión. Esto puede suceder con semaglutida, pero también con otros tratamientos como la insulina.
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Más recientemente, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha advertido de un riesgo muy poco frecuente de neuritis óptica en pacientes tratados con semaglutida: aproximadamente 1 caso por cada 1.000 personas en 3 años.
Un debate también en los tribunales
En paralelo, es importante mencionar que en Estados Unidos se han abierto procesos judiciales relacionados con estos medicamentos. Más de 1.200 demandas colectivas se concentran contra fármacos de la familia GLP-1, entre ellos Ozempic®. Aunque las autoridades sanitarias consideran estos efectos adversos como muy infrecuentes, el aumento de la popularidad de estos tratamientos y la amplia población expuesta han generado un mayor escrutinio legal y mediático. La compañía farmacéutica, por su parte, ha alegado que muchos de los efectos adversos denunciados se deben al uso off-label del fármaco, es decir, fuera de las indicaciones autorizadas por las agencias reguladoras.
En resumen, en una población tan amplia de pacientes tratados, es esperable que aparezcan efectos secundarios, incluso poco frecuentes. Estos fármacos se han convertido en una herramienta con beneficios en la salud importantes para muchas personas, pero su uso debe estar siempre supervisado por profesionales de la salud. La decisión de iniciar o mantener un tratamiento debe tomarse de forma compartida entre el paciente y su médico de referencia.
INFORMACIÓN DOCUMENTADA POR:
Antonio Jesús Blanco y Ana de Hollanda, Endocrinólogos del Servicio de Endocrinología i Nutrición del hospital Clínic Barcelona i miembros de la Unidad de Diabetis