Diagnóstico del Cáncer de Hígado

Tiempo de lectura: 4 min

Dado que el cáncer de hígado no suele dar síntomas específicos en las fases iniciales y la única posibilidad de aplicar tratamientos con intención curativa es diagnosticar la enfermedad en una fase precoz, cuando aún no ha producido síntomas, es primordial incluir a las personas con riesgo de desarrollarla en programas de cribado de cáncer hepático, como ya se hace con el cáncer de mama o de colon.  

En el caso del carcinoma hepatocelular, el programa de cribado se basa en la realización por parte de personal experto de una ecografía abdominal cada seis meses. Este seguimiento está dirigido, principalmente, a personas con enfermedades hepáticas crónicas.

La detección de un nódulo por ecografía obliga a realizar diferentes estudios complementarios para llegar a un diagnóstico definitivo, ya que en un elevado porcentaje de personas el diagnóstico final de estos nódulos es el de carcinoma hepatocelular.  

¿Cómo se detecta el cáncer de hígado?

¿Cómo se detecta el cáncer de hígad...

El diagnóstico de este tumor se puede realizar de dos formas, dependiendo si la persona tiene la enfermedad hepática en fase de cirrosis o no. Si la persona está en el estadio de cirrosis, en algunos casos se puede diagnosticar solo con pruebas de imagen. Si la persona no tiene la enfermedad en fase de cirrosis o tiene antecedente de otro cáncer, siempre se necesita la biopsia.

Aparato de Resonancia Magnética Nuclear o RMN

Tomografía computarizada o resonancia magnética. El diagnóstico por imagen se basa en la identificación de un patrón de captación de contraste muy característico, que si se identifica permite el diagnóstico de este tumor sin necesidad de realizar una biopsia. Sin embargo, en una proporción relevante de casos, las técnicas de imagen no permiten realizar un diagnóstico concluyente y, en ese caso, es necesario realizar una biopsia.  

Microscopio y muestra

Biopsia. La biopsia nos permite extraer una muestra de tejido que posteriormente se analiza en el laboratorio bajo un microscopio y determina si las células que hay en el tejido son anormales y con características de cáncer hepático o no.   

En el caso del colangiocarcinoma, el hemangioendotelioma y el angiosarcoma, aunque las pruebas de imagen pueden mostrar patrones muy sugestivos, a diferencia del carcinoma hepatocelular, siempre se necesita el diagnóstico por medio de una muestra del tumor.

Por ello, su diagnóstico requiere confirmación del tipo de tumor a través de una biopsia.  

Estadiaje del Cáncer de Hígado

El carcinoma hepatocelular se asienta en la mayoría de los casos sobre un hígado que tiene una enfermedad crónica. Esto determina que el pronóstico y las opciones terapéuticas dependan estrechamente del grado de afectación de la enfermedad hepática subyacente. Además, es fundamental realizar un estudio preciso para evaluar la extensión del tumor. El pronóstico depende del número y tamaño de las lesiones en el hígado y, en particular, si la enfermedad se ha extendido fuera del hígado o ha invadido los vasos sanguíneos que irrigan el hígado (frecuentemente la vena porta).  

Finalmente, es necesario evaluar si el paciente presenta síntomas específicamente asociados a una enfermedad oncológica (mayor cansancio de lo habitual, pérdida de peso y/o apetito), ya que su presencia tiene gran impacto en el pronóstico. 

Existen muchos sistemas de estadiaje y evaluación pronóstica, pero el más usado y el recomendado por las Sociedades científicas en España y Europa es el sistema BCLC (Barcelona Clinic Liver Cancer), que fue desarrollado en el Hospital Clínic de Barcelona.  

El sistema BCLC reconoce cinco grandes estadios de la enfermedad: 

  • Estadio muy inicial (BCLC 0). Este grupo tiene un pronóstico especialmente favorable.  Incluye a personas sin síntomas, con buena función hepática, que tienen un único tumor menor de dos centímetros, sin afectación de los vasos sanguíneos ni diseminación del cáncer. En estas personas es posible aplicar tratamientos con intención curativa como la cirugía, la ablación y el trasplante hepático, con alta probabilidad de curación de la enfermedad. 
  • Estadio inicial (BCLC A). Son personas sin síntomas, con función hepática conservada y con un tumor solitario o un máximo de tres nódulos de hasta tres centímetros de diámetro. En estas personas es posible aplicar tratamientos con intención curativa como la cirugía, la ablación y el trasplante hepático. La supervivencia esperada a los cinco años es de 50-75%.  
  • Estadio intermedio (BCLC B). Son personas con varios tumores en el hígado, pero con un buen estado general y que el hígado funciona correctamente. No hay afectación de los vasos sanguíneos ni lesiones fuera del hígado. En estas personas el tratamiento de primera elección dependerá si cumplen los criterios de trasplante hepático o no, si existe esta opción es la primera que se plantea. Si no es posible, la quimioembolización (transarterial chemoembolization, TACE), el tratamiento con inmunoterapia o el tratamiento sistémico serían las alternativas de tratamiento.
  • Estadio avanzado (BCLC C). En este estadio, aunque la persona tiene una buena función del hígado, el tumor afecta a los vasos sanguíneos o se ha extendido fuera del hígado, o pueden tener una afectación leve del estado general. Estas personas se benefician de tratamientos como la inmunoterapia. Si esta no es posible, la alternativa es el tratamiento sistémico con terapias dirigidas, en algunos casos. 
  • Estadio terminal (BCLC D). En este estadio las personas tienen un deterioro severo del estado general y/o una función hepática comprometida que condiciona la opción de poder recibir tratamientos específicos para mejorar la función del hígado como es el trasplante hepático o tratar directamente el cáncer. En estos casos, se recomienda tratamiento sintomático y cuidados para mantener la mejora calidad de vida posible. 

En el caso del colangiocarcinoma, la evaluación pronóstica se basa fundamentalmente en si es o no factible la resección quirúrgica. En caso de que se pueda operar, el pronóstico depende de la extensión intratumoral (número y tamaño de las lesiones) y de si hay afectación de los vasos sanguíneos y de los ganglios adyacentes al hígado. Si no es operable, hay que tener en cuenta la extensión del tumor fuera del hígado para definir la opción de tratamiento más apropiada para cada paciente.

Información documentada por:

Alejandro Forner González
Jordi Bruix Tudo
María Reig Monzón
Neus Llarch Alfonso

Publicado: 13 de mayo del 2020
Actualizado: 17 de julio del 2025

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