Preguntas frecuentes sobre Ictus

Tiempo de lectura: 7 min

¿Qué me pasa?

La mayoría de fibras nerviosas que salen del cerebro y controlan diferentes funciones del cuerpo, se cruzan a nivel cervical, de ahí que la afectación en cuanto a movilidad y sensibilidad ocurra en el lado opuesto al hemisferio cerebral afectado.

En los ictus isquémicos, la oclusión de una arteria se forma por la presencia de un trombo. La presencia de éste y la posibilidad de eliminarlo mediante un fármaco o una intervención es importante, sobre todo, en las primeras horas tras el ictus.

En los días siguientes, el hecho de que persista el trombo ya es menos importante, y tienen más relevancia otras cuestiones, como el estado neurológico del paciente, la aparición de complicaciones o los resultados de las exploraciones complementarias, orientadas a identificar la causa del ictus y el tratamiento preventivo más adecuado.

Aquellos pacientes con pérdidas de sensibilidad o de fuerza en un lado del cuerpo, también pueden sufrir dolor en esta zona. Esto no significa que los músculos estén dañados.

¿Qué pruebas me van a hacer?

La tomografía computarizada es una prueba diagnóstica que, a través del uso de rayos X, permite obtener imágenes radiográficas del interior del organismo en forma de cortes trasversales o, si es necesario, en forma de imágenes tridimensionales. La exploración por TC es rápida, indolora, no es invasiva y es precisa. En casos de emergencia, puede identificar lesiones y hemorragias internas lo suficientemente rápido como para ayudar a salvar vidas.

¿Qué tratamientos hay?

La capacidad de recuperación después de un ictus depende de muchos factores, pero los principales son la gravedad de la lesión inicial y de las alteraciones neurológicas que provoca el ictus y la edad. Por este motivo, las posibilidades de recuperación se deben valorar en cada caso.
Como dato orientativo la mejoría en la capacidad del habla suele darse ya en el primer mes tras el ictus, y la mejoría de la fuerza y de la capacidad de caminar suelen observarse en los primeros tres meses de recuperación. Después de este periodo de tiempo, sigue habiendo capacidad de mejoría, pero los cambios ocurren de forma más lenta.

Una persona que ha tenido un ictus tiene más riesgo de volver a sufrirlo que la población en general.
El riesgo depende sobre todo de la causa del ictus: son más frecuentes los ictus relacionados con arteriosclerosis grave de las principales arterias que los ictus originados por una fibrilación auricular que ha originado un trombo en el corazón. En cualquier caso, si el paciente sigue unos hábitos de vida saludables y la medicación necesaria, el riesgo de padecer un nuevo ictus baja de forma considerable.

La recuperación del sistema nervioso es lenta, por lo que es importante tener paciencia, ser persistente y adoptar una actitud positiva durante la rehabilitación. Se ha descrito que la recuperación es más rápida si: se inicia de forma precoz, si es de mayor intensidad y si está bien estructurada por profesionales de la salud, como fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, entre otros profesionales.

El contenido en vitamina K de su alimentación puede interferir en la eficacia del tratamiento, y favorecer tanto un exceso como un defecto de efecto anticoagulante. La mayor parte de la vitamina K procede de los alimentos de origen vegetal, especialmente hortalizas de color amarillo oscuro o verduras de hoja verde (espinacas, brócoli, repollo, endibias, espárragos, etc.). Estos alimentos no están prohibidos, pero se deben evitar cambios importantes en la alimentación que puedan alterar el control de la coagulación.

En general, después del ictus, se recomienda una alimentación basada en la dieta mediterránea, rica en frutos secos y aceite de oliva virgen extra. Aunque el aceite de oliva aporta más vitamina K que otros aceites es el más saludable en cuanto a evitar enfermedades vasculares.

Vivir después de un ictus

El regreso a casa normalmente se realiza cuando el paciente es mínimamente autónomo o depende de la supervisión de familiares o cuidadores. Para minimizar las secuelas es necesario seguir con la fisioterapia en el domicilio o en el ambulatorio. Según las secuelas puede ser necesario  readaptar parte de la vivienda (baño, accesos, barandillas u otras medidas de seguridad). Existen ortopedias especializadas en pacientes neurológicos.

Aquellas personas que han tenido un ictus leve la recuperación es prácticamente completa. En pacientes con ictus moderados o graves el grado de recuperación depende del tamaño y del lugar de la lesión, y es más difícil lograr una recuperación completa. La evolución inicial también permite predecir el pronóstico: conforme transcurre el tiempo y se realiza la rehabilitación se puede definir qué tipo de secuelas pueden aparecer.

La normativa española regula las capacidades psicofísicas necesarias para conducir vehículos tras sufrir accidentes isquémicos transitorios y recurrentes. Tras un ictus, incluido un accidente isquémico transitorio, el paciente no debe conducir durante los primeros 6 meses, a la espera de su recuperación. Además, se debe aportar un informe del neurólogo en el que conste la ausencia de secuelas. Si el paciente está estable, sin la aparición de más ictus durante el seguimiento, y sus secuelas no limitan la capacidad de conducir, se recomienda pedir un informe a su especialista donde conste esta información y que sean evaluados en un centro psicotécnico acreditado. Los pacientes que tienen ataques isquémicos recurrentes no se les permite conducir vehículos.

La sexualidad después de un ictus puede verse afectada por factores físicos, emocionales y por la propia mediación, pero con adaptaciones es posible mantener una vida sexual satisfactoria. El control de los factores de riesgo, como seguir una dieta mediterránea, realizar ejercicio de manera regular y dejar de fumar, puede mejorar la función sexual. También es clave la comunicación con la pareja y explorar formas de intimidad adaptadas a las nuevas necesidades. Si a los 3-6 meses persisten problemas, como la disfunción eréctil o la carencia de deseo, es recomendable consultar un profesional para encontrar soluciones adecuadas.

Es importante valorar varios factores antes de viajar en avión después de haber sufrido un ictus. La decisión dependerá de la fase de recuperación, la estabilidad neurológica del paciente y de las complicaciones médicas que hayan podido acontecer después del ictus y la presencia de posibles déficits neurológicos significativos. Una vez haya pasado la fase aguda del ictus, no hay ninguna contraindicación porque usted pueda realizar un vuelo, ya sea de corta como de larga distancia.

En los viajes es importante tener presente las siguientes recomendaciones:

  • Movimiento e hidratación: Se recomendable moverse cada dos horas y mantenerse hidratado.
  • Medicación: llevar la mediación necesaria y ajustar el horario si hay cambios de huso horario.
  • Asistencia: si hay dificultades de movilidad, considerar la ayuda de un acompañante o solicitar asistencia a la compañía de transporte.

La fatiga post ictus es una de las secuelas más frecuentes y puede estar causada por múltiples factores, como la duración de la hospitalización, la neuro inflamación, el daño cerebral y aspectos psicosociales. Esta fatiga puede ser física y/o mental y no siempre está relacionada con el esfuerzo, hecho que puede generar frustración y afectar la calidad de vida. Es importante retomar las actividades diarias de manera progresiva, adaptar los tiempos de descanso según las necesidades, mantener una vida social activa e incorporar ejercicio físico de forma progresiva, que puede ayudar a reducir la sensación de cansancio. Si la fatiga persiste e interfiere en la recuperación, es recomendable consultar un profesional para valorar posibles causas y estrategias de manejo, como la fisioterapia, la adaptación de rutinas y el apoyo psicológico.

El retorno a la vida laboral después de un ictus depende de las secuelas y del tipo de trabajo que se desarrolla. En pacientes con poca afectación, se recomienda un período de baja de entre 2-3 meses, pero cada caso es diferente y la decisión tiene que ser personalizada. Es importante evaluar la capacidad física y cognitiva, así como adaptar horarios o tareas si es necesario. En trabajos con alto nivel de estrés o esfuerzo físico, puede ser recomendable una reincorporación progresiva. 

Consultar con el médico y valorar con la empresa posibles ajustes del puesto de trabajo que faciliten un retorno seguro y sostenible.

Se recomienda empezar o volver a realizar ejercicio después del ictus de manera progresiva, es decir, empezando con actividades de baja intensidad e ir aumentando gradualmente la cantidad e intensidad del ejercicio físico. Es importante que consulte con su médico antes de iniciar cualquier programa de ejercicios que comporten deportes de riesgo, maximizando la seguridad de cada paciente.

Información documentada por:

Antonia Fernández
Arturo Renú Jornet
Xabier Urra Nuin
Ángel Chamorro Sanchez

Publicado: 20 de febrero del 2018
Actualizado: 27 de diciembre del 2022

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